Anoche vivimos una gran noche,
una noche gloriosa, una noche ideal... En ella, tus cálidas manos tocaron mi
alma de una forma verdaderamente especial. Anoche estábamos solos tú y yo,
porque nadie más existía en el mundo más que nosotros. Nada nos ataba. Nada nos
impidió amarnos con locura, con esa locura con la que siempre hemos deseado
amarnos, a pesar de tantas dificultades como hemos tenido que vencer. Al fin
hemos hallado el amor.
Tomaste mi espíritu... te hiciste
dueña de mí, de mi ser. Tus profundidades se unieron a las mías, perteneciéndonos, brindándonos todo lo que
somos en ese momento, quemándonos en una hoguera de pasión, sin fin ni tiempo.
Apaciguaste esta sed que sólo tú eres capaz de saciar; mi esencia penetró en la
tuya, hicimos de ese momento una dulce y tierna canción, capaz de hacernos
rabiar, mordiéndonos nuestro interior sin querernos marchar, haciéndonos el
amor sin medida. Sólo sentíamos, sólo vibrábamos. El manto de la noche nos
cubría y era testigo de nuestro amor, de lo que eres, de lo que soy.
Anoche nos amamos con toda esa pasión
que vive y grita, que mata y quema, que late y muere. Me fundiste con tu fuego,
con ese ardiente y sofocante calor que hace que te pida más y que pierda hasta
la razón. Me sumergiste en un alarido, en un quejido, en un clamor que me
envolvía en llamas de pasión, que me hizo recuperar las fuerzas y entregarte de
nuevo mi amor. Mis ojos se nublaban de tanto amarte, la piel se me quemaba de tanto
amor que siento por ti, los labios se me secaban de tanto desearte, mi corazón
latía sin piedad... Te hiciste dueña de mis sentidos, de mi vida, hasta de
mí... así, despacito, mi amor, suave... te necesito.
Dejé mis huellas en tu interior,
tu cuerpo ardiente me pedía “no te detengas”, y yo te pedía también más y más.
Tocaste mis sentidos que por ti se han abierto de alegría, de emoción, de
ternura y placer. Rozaste cada poro de mi piel con tu dulzura. No te detengas
vida mía, asfíxiame con tu aliento; quiero sentir que tu boca permanece sellada
a la mía; quiero sentir la suavidad de tu piel mientras recorres la mía. Gime,
desgárrame, tómame, como tú sabes hacerlo; ese es el hermoso grito que, de ti,
adoro escuchar; ha llegado el momento de poseernos; eres totalmente mía y yo
tuyo ¿puedes creerlo? Una noche, una gran noche, noche gloriosa... que convirtió
la oscuridad en una fuente de luz; vistiéndonos con su esplendor, haciéndote
brillar como una diosa; olvidando quiénes somos, dónde vamos... transformando
nuestra vida en una especial y hermosa.
Mi
Esposa, mi Amiga y mi Amante, siempre tuyo, siempre mía, siempre
nuestro. Te amo.
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