Amada mía,
Te escribo hoy porque necesitaba
decirte que me siento muy orgulloso de ti, que te admiro profundamente, más
allá del amor que te tengo, te admiro, hoy más que nunca. Me di cuenta que estaba esperando
a la persona perfecta, y tú
me mostraste que es más fácil amar cuando se aprende a creer en la perfección
de una persona imperfecta.
Siempre he sabido que eres un ser
especial, alguien excepcional, y ayer me lo demostraste. No sabes cuánto valoro
lo que hiciste anoche, el paso que diste, pese al dolor, pese a las fuertes
emociones. No todo el mundo tiene esa valentía que demostraste, esa humildad,
esa bondad, esa templanza… porque reconocer los propios errores, enfrentarse a
ellos, asumirlos, pedir perdón a las personas lastimadas, aunque se hiciera sin
maldad, no todo el mundo es capaz de hacerlo.
Ayer iniciamos juntos un viaje,
ayer te acompañé a bajar a tus infiernos, a enfrentarte a tus demonios, a
mirarte en un espejo que tal vez no querías ver, ayer, juntos de la mano, emprendimos ese viaje a lo más
recóndito de tu alma, un viaje traumático para iniciar una batalla contigo
misma, una batalla terrible, de la que sé que, con la ayuda de Dios, saldrás
victoriosa, resurgiendo cual ave Fénix de sus cenizas, renovada, para vivir en
paz consigo misma.
Porque, mi vida, si no alcanzas
la paz interior, si no te reconcilias contigo misma, nuestro amor se verá
abocado al fracaso. Eres una gran mujer, eres capaz de perdonar cualquier
ofensa, cualquier daño que te inflijan, pero tienes que aprender a perdonarte a
ti misma… Tú sabes que Dios te ha perdonado, que Dios ha tachado tus errores en
el libro de tu vida, porque te arrepientes de ellos, que en ese libro de tu
vida, su dedo sanador ha escrito “borrado”… Si Dios te ha perdonado ¿quién es nadie
para juzgarte y no perdonarte? ¿Quién eres tú para no perdonarte a ti misma?
Sé que la batalla no ha hecho más
que empezar, que será dura, pero yo estaré a tu lado en todo momento, prometo
no desfallecer, prometo ser ese brazo en el que te apoyes, ese hombro sobre el
que llores, prometo darte palabras de aliento, prometo ser tu refugio cuando
quieras huir… Sé también que será doloroso, porque en toda batalla hay
vencedores y vencidos, y en esta batalla eres tú quien lucha contra ti misma,
tú estás a ambos lados del frente, por eso, aunque salgas victoriosa, sé que
tendrás heridas profundas, pero prometo darte todo mi amor como medicina
sanadora.
Te amo mucho, mi vida, nunca lo
olvides, tenlo siempre presente, y quiero que sepas que tanto como te amo, te
admiro, como esposa, como amiga, como amante, como persona, como mujer, y
también como madre, porque no todas las madres son capaces de enfrentarse a sus
errores y desnudar su alma como hiciste anoche para pedir humildemente perdón.
Te amo, y me siento muy orgulloso
de tenerte a mi lado, y ojalá sepa estar a la altura de esa gran mujer que
eres, de ser el hombre que esperabas, de ser el esposo que mereces.
Te amo, y ojalá nunca dejes de
amarme, porque si eso sucediera algún día, ese día yo abandonaría este mundo y
dejaría de vivir, porque no puedo vivir sin ti, porque ya no sé vivir sin ti,
porque me niego a vivir sin ti, porque por ti renunciaría a todo, hasta a mi
vida, porque mi devoción por ti es tan absoluta, que te has convertido en el
centro de mi universo.
Hoy quiero decirte, amor mío, que
eres el ser que más respeto y admiro, y por eso te pido, con amor y vehemencia,
que además de mi esposa seas mi amiga.
Mi Esposa, mi Amiga y mi
Amante, siempre tuyo, siempre mía, siempre nuestro. Te amo, Ade.