Y te beso. Y te beso. Y te beso.
Y... juraría que
es la punta del corazón lo que asoma entre tus labios cálidos y abiertos. Y mis
manos rebuscan bajo tu blusa los caminos que llevan hasta tu vientre, hacia ese
suave laberinto perfecto de tu ombligo, a humedales tan dulces como ríos de
licor y de miel, hacia esa curvatura preciosa que ocultan tus pantalones.
Y tú me dices: “hazme el amor, amor mío, entra en
mí”. Y esa pasión nos deshace entre el jadeo animal y la saliva, los cuerpos
agitados, la piel erizada, los músculos tensos, los mordiscos que nos llevan a
la locura. La chispa que recorre la aureola de tus pezones entre mis labios,
mis manos recorriendo tu piel, apretando tus caderas... todo, todo es una
fiesta, es la noche más dulce de la tierra, cuando tú suspiras y sientes que es
más fuerte el amor cuando sabes que no habrá nunca jamás ni paraíso ni océano
capaz de contener la espuma de esa ola que te llena.
Mi Esposa,
mi Amiga y mi Amante, siempre tuyo, siempre mía, siempre nuestro. Te amo.
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